y hoy, soy el guardián de sus sueños de amor.
La quiero a morir.
Podéis destrozar todo aquello que veis, porque ella,
de un soplo, lo vuelve a crear, . . . como si nada, como si nada.
La quiero a morir.
Ella borra las horas de cada reloj, me enseña a pintar transparente el dolor,
con su sonrisa, . . .
Y levanta una torre desde el cielo hasta aquí, y me cose unas alas
y me ayuda a subir, a toda prisa, a toda prisa.
La quiero a morir.
Conoce bien, cada guerra, cada herida, cada sed,
conoce bien, cada guerra, de la vida y del amor, también.
Me dibuja un paisaje y me lo hace vivir,
en un bosque de lápiz, se apodera de mí.
La quiero a morir.
Y me atrapa en un lazo, que no aprieta jamás, como un hilo de seda,
que no puedo soltar, no quiero soltar, no quiero soltar.
La quiero a morir.
Cuando trepo a sus ojos me enfrento al mar,
dos espejos de agua encerrada en cristal
La quiero a morir.
Sólo puedo sentarme, sólo puedo charlar, sólo puedo enredarme,
sólo puedo aceptar, ser sólo suyo, sólo suyo
La quiero a morir.
Conoce bien, cada guerra, cada herida, cada sed,
conoce bien, cada guerra, de la vida, y del amor, también.
La quiero a morir.
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