A ella, . . . la he querido yo a rabiar,
la he querido yo a morir, no puedes figurarte
¡Cómo la he podido amar!
A ella, . . . yo le he escrito mil poemas
a sus ojos y a su piel
¡Cómo la he podido querer!
A ella, . . . le he enseñado yo a besar
a sentir y a ser mujer y ya ves,
¿Quién se lo iba a suponer?
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