Nada nuevo bajo el sol

Podemos contar y escribir lindas historias de cada travesura de nuestros hijos, relatando cada edad alcanzada, compartiendo sus juegos, inventando personajes, contándoles cuentos, cantando, paseando, escogiendo sus mascotas, eligiendo un nombre especial para cada una de ellas, reir y llorar junto a ellos, en los momentos cuando mueren sus mascotas, ir y buscar un reemplazo, para calmar sus tristezas. Llega la adolescencia, momentos para lidiar con sus caprichos y empoderamientos propios de su edad, implantar algunas reglas severas, a veces logradas por la razón y otras tantas por imposición firme, con el único fin de mantener una disciplina, siempre buscando una formación correcta. 
Luego llega la vida universitaria, estamos prontos a orientarlos, hasta que llega en momento de que quedan cortas las orientaciones, buscamos todos los medios para poderles orientar en su vida profesional, para luego seguir pensando que ya llegaron al momento en el cual han de volar. Estoy seguro que ya piensan, lo que deben realmente hacer, pero queda claro que hicimos todos lo necesario, para que estos nuestros retoños, puedan iniciar sus nuevas vidas, tal como los padres lo hicimos alguna vez. Lo único que esperamos es que sus nuevas decisiones sean las correctas y pertinentes, claro está que han de suceder o estar sujetos a errores, errores de los cuales aprenderán y es seguro que tratarán de superarlos en sus hijos. Vuelve el circulo, del cual deberán ser mejores que el destinos de sus padres.   

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para compartir un hermoso tema musical,
sólo para quienes somos padres.

Nada nuevo bajo el sol
Cantada por: Victor Manuel

Le gustaba tanto que la enjabonara,
si tenía miedo, siempre me llamaba.
Le contaba cuentos para ir a la cama,
cuando la comía ella se dejaba.

Aprendimos juntos el abecedario,
y no se soltaba nunca de mi mano.
De la escuela a casa íbamos despacio,
mientras ella hablaba con lengua de trapo.

Nada nuevo bajo el sol, no hay ninguna novedad,
que los hijos hijos son, igual llegan que se van.

No es que a aquella casa le faltara nada,
antes que naciera ya soñé su cara.
Trajo la alegría que da el agua clara,
la que el sol regala todas las mañanas.

Le gustaba tanto cuando la besaba,
y ahora cada uno que ella me regala,
como si el del alma se nos arrancará,
o para otro se los reservara.

Con las inyecciones se desencajaba,
y pedía a gritos que la anestesiaran,
igual que su madre, una exagerada,
ríen más que nadie y lloran por nada.



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