Coloquio

Ha pasado el tiempo y siempre comentaban de que ante la pérdida de un ser querido, debemos mantener un año de duelo. Inicialmente pensaba que era algo innecesario, que simplemente era cuestión religiosa y nada mas. Hoy a través de principios psicológicos comprendo que es realmente necesario, necesario, porque es para recorrer todo un ciclo de vivencias transcurridas: un año nuevo, un día de reyes, un día de la amistad, de algún paseo maravilloso, de un viaje, de una caminata nocturna, de una cita en un parque, de un aniversario, una separación, el día de una ruptura sentimental o la muerte de alguien a quien amábamos y así sucesivamente, todos lo eventos que hayamos pasado, entre buenos y malos recuerdos. Podríamos considerar como parte de una terapia.
Y todo ello normalmente transcurre en un año, tal como menciona la psicóloga Pilar Sordo es vital que cada cual pase ese año a su manera, ya sea en silencios, en tristeza o en cualquier emoción que aflore, y no permitir que nadie nos diga como actuar, como sentir, pues nadie conoce en sentir de cada cual. Una vez transcurrido ese periodo, la persona queda como habilitada, recuperada y tal vez lista para emprender un nuevo camino, nuevos retos y ver con tranquilidad ese pasado que ya no volverá, pero que queda en el recuerdo. Eso es el duelo tan necesario para superar cualquier aflicción mortal.
Algo terrible es saber que alguien a quien tanto estimamos y queremos y que tiene un cáncer terminal, a la vez sentirse tan impotente y no tener la habilidad, ni la posibilidad  para poder ayudarle, tan solo nos queda acompañarle, observamos a cada día como lucha por vivir, realmente es muy triste, mas aún ver su mirada, una mirada que rompe cualquier corazón, tal vez sea la última vez,tal vez torpemente brindarle un obsequio y ver su alegría, escuchar sus palabras de halago, ver su alegría acompañada de una lágrima y luego ver como se apaga como una velita. Entonces queda latente y pendiente aquel día que llegará y no sé si realmente estaré preparado para un duelo. Lo importante tal vez será recordar cada momento, cada día de ese último año de vida, romper la dureza de un corazón que hace tiempo perdió la fe y pedirle e invocar a Dios por la paz de ese ser que partirá al mas allá. Hay que dar en vida lo mejor, después ya no valen los costosos arreglos florales, ni un majestuoso funeral.






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